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Abraham Oceransky, iniciador y pilar de la renovación de nuestro teatro, en los años 70 puso en marcha la carpa Alicia en terrenos del viejo Auditorio Nacional, donde impartía clases libres de actuación, pantomima, acrobacia y clown, junto con maestros como Juan Gabriel Moreno, Sonia Rangel y Alejandro Jodorowsky. Su empeño por crear un espacio escénico donde había una bodega, dio paso más tarde a la construcción del Teatro El Galeón, que desde entonces, ha estado abierto a la expresión teatral en México.  


Fiel a su vocación como creador de escenarios y montajes teatrales desde 1965, Oceransky  estrena este 3 de febrero, en Xalapa, una puesta en escena  para hablar de la existencia y lo que significa el arte actualmente, época  en que la política desdeña  la cultura –afirma– porque ésta evitaría guerras y violencia.


Fundador y director de la escuela y foro Teatro Estudio “T” en 1985, entonces ubicado en la Ciudad de México, el director y maestro se trasladó a la ciudad de Xalapa, donde continúa su actividad a la fecha, en el Teatro La libertad, que diseñó y levantó para dar talleres y presentar los espectáculos surgidos de su infatigable labor escénica.


Desdeñado por algunos directores de la comunidad teatral que requieren necesariamente de beneficios financieros o contratos gubernamentales para continuar su labor, Oceransky ha dedicado su vida a la escena, la mayoría de las veces al margen de los apoyos oficiales. Hombre de teatro que en vez de buscar el éxito, encuentra la oportunidad de expresarse y que no requiere de actores renombrados o diseñadores onerosos para echar a andar sus proyectos.



Como director


Libre de ataduras, tanto a nivel de textos dramáticos como de esquemas escénicos o fórmulas probadas, el director, al hacer su elección para iniciar el proceso de una obra se adueña de la historia, el problema o el suceso que va a contar.


Abraham Oceransky traduce, adapta o edita, según las necesidades de su montaje para que el texto suene muy bien y tenga el ritmo del castellano que se habla en México, muy distinto al español o al argentino, de forma que los actores comprendan tanto, o mejor que él, la idea.


“A veces ellos entienden más rápido que yo el texto y entonces trabajo sobre lo que me proponen; no me vuelvo un tirano de lo que quiero contar porque considero que el teatro es colectivo, es un proceso de todos los que estamos ahí. Muchos proceden como directores de orquesta  que se basan en la partitura y dirigen variando sólo un poco el sentimiento o el tempo  de lo que interpretan, pero en mi caso hago una adaptación a mi forma de sentir y a la de quienes hacemos la obra.”

La selección de actores


Alejado de los directores tiranos que exigen de sus actores lo que evidentemente no pueden dar porque carecen de ello, Oceransky, como segundo paso, lleva a cabo su proceso de selección de elenco, para darse cuenta quién es cada uno de sus actores y actrices, qué es lo que pueden hacer y qué les es imposible.
“Encuentro que hay actores con mucha posibilidades, tanto como limitados y esquemáticos,  o que vienen de escuelas donde les han enseñado a obedecer y no a crear. Al empezar a trabajar con ellos, detecto rápido el proceso a seguir con cada uno y  en conjunto.


“También hay actores de vivencia o formales, acostumbrados a trabajar de una manera independiente, como en los antros, en los semáforos, o donde sea, y que tienen muchas mañas, no aceptan otro tipo de visión ni de trabajo.


“Hay quienes al revés,  esperan gente que les proponga otras opciones y oportunidades. A mí me gusta que sean muy profundos o profesionales, con visión exacta de lo que tiene que hacer, que esperen ser llevados a nuevos lugares que los inviten a la creación, o que les de miedo lo que ellos puedan llegar a hacer, porque muchas veces los actores cuando no sienten muchísimo lo que están haciendo, perciben que la obra se les acaba rápido.


“Los bailarines, por ejemplo, están esperando el nuevo  paso, la nueva oportunidad y eso los atemoriza porque tienen que dejar todo lo que son y volver a empezar.  Hay actores que se ponen felices en este caso y otros a los que les sucede lo contrario. Ahí empieza mi proceso con ellos.”



Generar creadores, no sirvientes


Cuestionado sobre qué lo motiva a trabajar con jóvenes más que con actores mayores, el director dice que esto le permite influir en un cambio teatral, en la posibilidad de que haya más deseos y aventura. Dedicado a lo que se puede llamar experimento e investigación, se renueva cada día porque con cada persona vuelve a empezar otros temas y distintas visiones.
“Me interesa generar creadores, no sirvientes. Intérpretes que aprendan de todas las formas y los puntos de vista del teatro. A los jóvenes llegas más rápido porque no hay rechazo a algo que nunca han hecho, pero tampoco a algo que han probado y les funciona.


“Los mayores, en buen porcentaje vienen de escuelas muy simétricas y de una enseñanza  elemental que es muy codificada y les cuesta mucho trabajo dejar la memorización, porque es  la enseñanza que se les dio, pero que los aleja un poco de vivir lo que necesitan. En muchos casos, es  hasta que tienen memorizada la obra completa que empiezan a dejarse ir, pero yo lo trabajo al revés; primero hago que viajen en el tema y luego empieza el proceso de memorizar porque ésa es la manera de generar más rápido en el grupo una identidad y más energía.”
Intuición conjunta


Para el director, las obras viven y mueren con  los actores que las interpretan, por eso intenta que su teatro sea lo más vivo posible y no remonta en exceso. En su opinión, una sustitución de actores cambia toda la vida de una obra. Con un actor que se vaya, hay que volver a montarla de nuevo porque todo se modifica completamente.
“Una creación es algo íntimamente relacionado en todos los sentidos, desde la vibración, el pensamiento y la sexualidad de los actores. A veces, cambiar un movimiento que ellos no aceptan, puede destruir la obra porque eso no venía en la energía, en la vida en la ecología del montaje.”


Para Oceransky, lograr una intuición conjunta es parte de su técnica y característica de su teatro.


“El teatro no es sólo algo que se oye y se ve, sino que se siente, se intuye, se piensa y se sueña. El público presiente lo que va a pasar, está sumergido en un universo que se mueve  de alguna manera con sus deseos sobre lo que quiere ver y aparece, y ahí es cuando se produce una relación mágica entre actores, técnicos  y público porque hay un acto ritual que nos une en una misma dimensión creada y todos sabemos qué ocurre en ésta, esto es lo que produce la magia: una realidad única. Si no es así, no vale la pena”


El estreno de Existencia, una obra gótica


El director no cree mucho en los autores que ponen demasiadas acotaciones en sus obras porque parecen guiones de cine intocables o inamovibles, y la mayoría de las veces no permiten contar lo que se debe.


Su nuevo montaje se titula Existencia, el texto consta de 5 hojas que contienen fragmentos de películas, obras e historias que le han llamado la atención y entre sus personajes hay soldados americanos, nazis, un ángel, un extraterrestre y Antonin Artaud en un hospital siquiátrico durante la Segunda Guerra Mundial.


Sin tratarse de una biografía, sino de plantear la existencia, el también autor dice que en esta obra no hay sangre ni azotes. “Se trata de un texto en el que se habla alemán, inglés, francés y español, que refleja algo de lo que dice Artaud, que es un equilibrista de los sentimientos, un actor y un filósofo a quien el extraterrestre cuestiona al plantearle de qué sirve un actor en un manicomio, un filósofo entre tanto dolor y unos zapatos en la tierra.”


La acción de Existencia inicia en 1943, año en que nació Oceransky y culmina al final de la Segunda Guerra Mundial que es cuando muere Artaud.


20 metros de escenografía  aluden a un hospital industrial que puede ser también una fábrica, donde permanecen los hornos utilizados para quemar judíos y al mismo tiempo da la sensación de ser  una escultura que hace viajar al espectador y narra cosas a través de la luz, el fuego y la lluvia.


“La palabra es sustituida por acción, teatro y danza que viene del corazón y la mente para reflejarse en el cuerpo y las acciones. No se trata de pasos aprendidos, sino de un lenguaje  que parte de una necesidad de expresión.”  


El sonido es un paisaje musical conformado por fragmentos de diversos autores, una obra contemporánea que se escucha durante toda la obra.


El director, dramaturgo, maestro, artista plástico y sonoro, intenta hacer un poema  teatral, una obra darketa, gótica, con posibilidad de traducciones múltiples de forma que cada persona pueda aportar algo de sí, de lo que comprenda.


Un collage de diseños, tanto de escenografía como de vestuario, en los que intervienen maestro y alumnos, quienes aprenden a construir también a través de la realización de los proyectos, es parte de la labor que Oceransky realiza para lograr que dialoguen los lenguajes involucrados en el teatro, donde se renueva constantemente y al que no ha dejado de dedicarse  un solo día de su vida.

Abraham Oceransky estrena Existencia en La libertad

CONSTRUCTOR DE ESCENARIOS, MAESTRO Y AUTOR ESCÉNICO, CONTINÚA
SU LABOR DE MÁS DE 45 AÑOS EN XALAPA
POR ALEGRÍA MARTÍNEZ

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